Italia levanta el «Concordia» y supera la mala imagen que dejó el capitán Schettino ÁNGEL GÓMEZ FUENTES Corresponsal en roma Día 17/09/2013 - 17.16h Temas relacionados Costa Concordia (instituciones) Italia (lugares) Muchos ciudadanos habían visto en el gigante marino casi sumergido en las aguas el emblema de un país hundido por la crisis económica y reflejo también de un inmovilismo social y político Pulse para ver el video Pulse para ver el video ABC Tv afp Un grupo de niños observa cómo el buque hundido comienza a emerger entre las aguas El crucero Costa Concordia se reflota. La más increíble operación de ingeniería naval jamás vista en el mundo se realiza con éxito frente a la isla toscana del Giglio. La gigantesca empresa comenzó ayer por la mañana, con tres horas de retraso debido al mal tiempo. Justo a mediodía, el casco de la nave se separaba de las rocas en las que encalló la noche del 13 de enero 2012, dejando un saldo de 32 muertos. Esa separación del escollo era considerada por los técnicos uno de los momentos más delicados de toda la empresa para poner en vertical la nave. La confirmación llegó a través de las imágenes de las cámaras subacuáticas robotizadas. «La maniobra se ha realizado con un movimiento suave y sin ningún problema», explicaba radiante el ingeniero Sergio Girotto, de la Micoperi, empresa italiana que forma parte del consorcio creado con la americana Titan para reflotar la nave. El coste del proyecto, en el que trabajan unas 500 personas, entre ellos 120 buceadores, 50 ingenieros y 10 biólogos, es de 600 millones de euros, una cifra que duplica la inicialmente prevista. El crucero comenzó a enderezarse y a emerger de forma muy lenta, en una operación conocida como «parbuckling» (en el siglo XIX se utilizaba para referirse al sistema de hacer girar barriles con una doble cuerda). La parte que había emergido se distinguía de la que ya estaba fuera del agua, pues se veía oxidada. Esa maniobra de enderezamiento (65 grados) concluía pasadas las cuatro, cuando el buque recuperó la verticalidad, apoyado sobre un fondo artificial de acero construido a 30 metros de profundidad. Desaparecidos Solo a partir de este momento será posible buscar a los dos desaparecidos: el joven camarero indio Russell Rebello y la siciliana María Grazia Trecarichi. Su marido, un profesor de matemáticas, ha regresado a la isla del Giglio «para llevar sus restos a casa». Uno de los riesgos de la operación es la contaminación de las aguas, pues en el Concordia hay detergentes, lejía, combustible y aceites. La Agencia Regional de Protección Ambiental toma muestras de agua cada hora, aunque de momento no ha aparecido contaminada. Los habitantes del Giglio esperaban este momento desde hace 20 meses. Para ellos es el final de una pesadilla. En realidad, todo el país lo sigue con gran expectación. Han sido muchos los italianos que han visto en este gigante marino de 114.000 toneladas, 290 metros de longitud y 70 de altura, casi sumergido en las aguas, el emblema de un país hundido por la crisis económica y reflejo también de un inmovilismo social y político. El desastre del Costa Concordia dio una mala imagen de Italia por culpa de la alocada actuación del capitán del crucero, Francesco Schettino. Por eso, el país está pendiente de esta triste historia, consciente de que está en juego no solo el rico ecosistema marino del Giglio, sino también su imagen, como ha reconocido el subsecretario del Ministerio de Infraestructuras y transportes, Erasmo D’ Angelis: «Estoy seguro de que esta extraordinaria empresa redimirá a Italia, un país ridiculizado por el capitán Schettino». Mientras tanto, el capitán está encerrado en su casa de Meta di Sorrento (Nápoles), estudiando con sus abogados los documentos del proceso, en el que está acusado como culpable del naufragio y de abandono de la nave.
Italia levanta el «Concordia» y supera la mala imagen que dejó el capitán Schettino
Día 17/09/2013 - 17.16h
Temas relacionados
- Costa Concordia (instituciones)
- Italia (lugares)
Muchos ciudadanos habían visto en el gigante marino casi sumergido en las aguas el emblema de un país hundido por la crisis económica y reflejo también de un inmovilismo social y político
El crucero Costa Concordia
se reflota. La más increíble operación de ingeniería naval jamás vista
en el mundo se realiza con éxito frente a la isla toscana del Giglio. La
gigantesca empresa comenzó ayer por la mañana, con tres horas de
retraso debido al mal tiempo. Justo a mediodía, el casco de la nave se
separaba de las rocas en las que encalló la noche del 13 de enero 2012,
dejando un saldo de 32 muertos.
Esa separación del escollo era considerada por
los técnicos uno de los momentos más delicados de toda la empresa para
poner en vertical la nave. La confirmación llegó a través de las
imágenes de las cámaras subacuáticas robotizadas. «La maniobra se ha
realizado con un movimiento suave y sin ningún problema», explicaba
radiante el ingeniero Sergio Girotto, de la Micoperi, empresa italiana
que forma parte del consorcio creado con la americana Titan para
reflotar la nave.
El coste del proyecto, en el que trabajan unas
500 personas, entre ellos 120 buceadores, 50 ingenieros y 10 biólogos,
es de 600 millones de euros, una cifra que duplica la inicialmente
prevista.
El crucero comenzó a enderezarse y a emerger de forma muy lenta, en una operación conocida como «parbuckling»
(en el siglo XIX se utilizaba para referirse al sistema de hacer girar
barriles con una doble cuerda). La parte que había emergido se
distinguía de la que ya estaba fuera del agua, pues se veía oxidada. Esa
maniobra de enderezamiento (65 grados) concluía pasadas las cuatro,
cuando el buque recuperó la verticalidad, apoyado sobre un fondo
artificial de acero construido a 30 metros de profundidad.
Desaparecidos
Solo a partir de este momento será posible buscar a los dos desaparecidos:
el joven camarero indio Russell Rebello y la siciliana María Grazia
Trecarichi. Su marido, un profesor de matemáticas, ha regresado a la
isla del Giglio «para llevar sus restos a casa».
Uno de los riesgos de la operación es la
contaminación de las aguas, pues en el Concordia hay detergentes, lejía,
combustible y aceites. La Agencia Regional de Protección Ambiental toma
muestras de agua cada hora, aunque de momento no ha aparecido
contaminada.
Los habitantes del Giglio esperaban este
momento desde hace 20 meses. Para ellos es el final de una pesadilla. En
realidad, todo el país lo sigue con gran expectación. Han sido muchos
los italianos que han visto en este gigante marino de 114.000 toneladas, 290 metros de longitud y 70 de altura,
casi sumergido en las aguas, el emblema de un país hundido por la
crisis económica y reflejo también de un inmovilismo social y político.
El desastre del Costa Concordia dio una mala imagen de Italia por culpa de la alocada actuación del capitán del crucero, Francesco Schettino.
Por eso, el país está pendiente de esta triste historia, consciente de
que está en juego no solo el rico ecosistema marino del Giglio, sino
también su imagen, como ha reconocido el subsecretario del Ministerio de
Infraestructuras y transportes, Erasmo D’ Angelis: «Estoy seguro de que
esta extraordinaria empresa redimirá a Italia, un país ridiculizado por
el capitán Schettino». Mientras tanto, el capitán está encerrado en su
casa de Meta di Sorrento
(Nápoles), estudiando con sus abogados los documentos del proceso, en
el que está acusado como culpable del naufragio y de abandono de la
nave.
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