Por obsceno, buscan cerrar club nocturno en Las Vegas Tendencias • 30 Agosto 2013 - 1:55am — AP Señalan que arrojan condones, simulan actos sexuales y de bestialidad inShare Imprimir Enviar por email Foto: AP Aseguran que los demandantes han acudido frecuentemente a sus espectáculos sin quejarse. Las Vegas • El hotel y casino Palazzo de Las Vegas busca desalojar un club nocturno, que funciona desde hace 10 meses, por ofrecer espectáculos que consideran tan subidos de tono que violan las leyes de obscenidad; explicaron que los actores, algunos prácticamente desnudos, arrojan condones al público y simulan actos sexuales y de bestialidad en el escenario. Por su parte el club busca un interdicto para impedir el cierre aduciendo que simular actos sexuales no constituye obscenidad. Las autoridades del casino “estaban al tanto de nuestras características”, afirmó Sean Dunn, director de Eventos Especiales en The Act, en un correo electrónico, y agregó que representantes del hotel-casino han asistido frecuentemente a sus espectáculos sin quejarse. Las Vegas Sands, compañía propietaria del casino, no respondió a las solicitudes de información. The Act sigue funcionando mientras un juez de distrito considera el caso, pero la puja por su futuro ha puesto de manifiesto una realidad subyacente en Las Vegas: mientras la ciudad hace alarde de su desvergüenza, todo tiene sus límites. “Creo que existe la impresión de que en Las Vegas pasa de todo, que no hay límites”, dijo Lynn Comella, profesora de sexualidad y estudios femeninos en la Universidad de Nevada, en Las Vegas. “En realidad, nada más alejado de la verdad”. Esa impresión se debe, en parte, a lo que ven los turistas. Por el bulevar pasan camiones que ofrecen “muchachas calientes” despachadas directamente a habitaciones de hotel, el directorio telefónico está plagado de avisos de escoltas y bailarinas privadas, y los taxis y carteles exhiben formas femeninas que poco dejan librada a la imaginación. Pero mientras Las Vegas desborda de clubes desnudistas, los turistas no los encuentran en el bulevar ni en los hoteles-casinos de la ciudad. Puede que allí vean un programa con mujeres desnudas de la cintura para arriba, pero tienen que tomar un taxi e ir a las calles más alejadas para solazarse con la desnudez en todo su esplendor. “El objetivo de Las Vegas era ser suficientemente pícaro como para atraer, pero no lo demasiado como para rechazarte”, dijo Michael Green, profesor de Historia en el Colegio del Sur de Nevada. La ciudad —que medra con el dinero de sus 40 millones de visitantes anuales— debe equilibrar la sensualidad con la sensibilidad de los turistas extranjeros y los grandes casinos multinacionales. En el caso del The Act, los ejecutivos de Sands notificaron al club el 26 de abril que se habían pasado de la raya y que ya no eran vistos con buenos ojos. El casino quiere desalojarlo, poniendo fin a un contrato por 10 años. El casino tomó la medida después que funcionarios de seguridad se hicieron pasar por turistas y fueron a ver el espectáculo en marzo. Quienes se pasan de los límites de lo que se considera aceptable en la ciudad se arriesgan a provocar la ira de la poderosa Junta de Control del Juego de Azar del estado y perder sus lucrativos permisos.

Por obsceno, buscan cerrar club nocturno en Las Vegas

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Señalan que arrojan condones, simulan actos sexuales y de bestialidad
Las Vegas • El hotel y casino Palazzo de Las Vegas busca desalojar un club nocturno, que funciona desde hace 10 meses, por ofrecer espectáculos que consideran tan subidos de tono que violan las leyes de obscenidad; explicaron que los actores, algunos prácticamente desnudos, arrojan condones al público y simulan actos sexuales y de bestialidad en el escenario.
Por su parte el club busca un interdicto para impedir el cierre aduciendo que simular actos sexuales no constituye obscenidad.
Las autoridades del casino “estaban al tanto de nuestras características”, afirmó Sean Dunn, director de Eventos Especiales en The Act, en un correo electrónico, y agregó que representantes del hotel-casino han asistido frecuentemente a sus espectáculos sin quejarse.
Las Vegas Sands, compañía propietaria del casino, no respondió a las solicitudes de información.
The Act sigue funcionando mientras un juez de distrito considera el caso, pero la puja por su futuro ha puesto de manifiesto una realidad subyacente en Las Vegas: mientras la ciudad hace alarde de su desvergüenza, todo tiene sus límites.
“Creo que existe la impresión de que en Las Vegas pasa de todo, que no hay límites”, dijo Lynn Comella, profesora de sexualidad y estudios femeninos en la Universidad de Nevada, en Las Vegas. “En realidad, nada más alejado de la verdad”.
Esa impresión se debe, en parte, a lo que ven los turistas.
Por el bulevar pasan camiones que ofrecen “muchachas calientes” despachadas directamente a habitaciones de hotel, el directorio telefónico está plagado de avisos de escoltas y bailarinas privadas, y los taxis y carteles exhiben formas femeninas que poco dejan librada a la imaginación.
Pero mientras Las Vegas desborda de clubes desnudistas, los turistas no los encuentran en el bulevar ni en los hoteles-casinos de la ciudad. Puede que allí vean un programa con mujeres desnudas de la cintura para arriba, pero tienen que tomar un taxi e ir a las calles más alejadas para solazarse con la desnudez en todo su esplendor.
“El objetivo de Las Vegas era ser suficientemente pícaro como para atraer, pero no lo demasiado como para rechazarte”, dijo Michael Green, profesor de Historia en el Colegio del Sur de Nevada.
La ciudad —que medra con el dinero de sus 40 millones de visitantes anuales— debe equilibrar la sensualidad con la sensibilidad de los turistas extranjeros y los grandes casinos multinacionales.
En el caso del The Act, los ejecutivos de Sands notificaron al club el 26 de abril que se habían pasado de la raya y que ya no eran vistos con buenos ojos. El casino quiere desalojarlo, poniendo fin a un contrato por 10 años. El casino tomó la medida después que funcionarios de seguridad se hicieron pasar por turistas y fueron a ver el espectáculo en marzo.
Quienes se pasan de los límites de lo que se considera aceptable en la ciudad se arriesgan a provocar la ira de la poderosa Junta de Control del Juego de Azar del estado y perder sus lucrativos permisos.

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