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James Cameron, con la magia en sus manos POR: Josep Parera / josep.parera@laopinion.com | 12/19/2012 | La Opinión James Cameron produce el filme de Cirque du Soleil 'Worlds Away' mientras prepara 'Avatar 2 y 3'. Share on email Share on print Share on tweet 3 James Cameron habla de los avances tecnológicos en el cine y de sus proyectos. Foto: AP/Archivo No necesita presentación. James Cameron, como Steven Spielberg, George Lucas o Ridley Scott, es un director más estrella que los actores que elige para protagonizar sus películas. Y estas, por cierto, siempre han sido reconocidas no solo por su éxito popular, sino también por su notable eficacia visual y su revolucionaria apuesta por llevar mucho más allá los avances tecnológicos en efectos visuales y proyección cinematográfica. Sus dos largometrajes más recientes, Titanic (1997) y Avatar (2009), son los dos más taquilleros de la historia del cine en todo el mundo, el primero con un total de $2,185 millones recaudados y el segundo gracias a la estratosférica cifra de $2,782 millones. Antes, este canadiense de 58 años creó Terminator (y escribió y dirigió las dos primeras entregas, estrenadas en 1984 y 1991), repitió con Arnold Schwarzenegger en True Lies (1994), viajó a las profundidades marinas, antes de enfrentarse el hundimiento del Titánic, en The Abyss (1989) y se hizo cargo de la primera continuación de la saga Alien, en Aliens (1986)... todo ello sin contar con su debut tras las cámaras en la producción de (muy) bajo presupuesto y de la que siempre se ha desentendido hasta el extremo de retirar su nombre de los créditos, Piranha Part Two: The Spawning (1982). En medio de todo ello, ha tenido tiempo para escribir guiones (Rambo: First Blood Part II, Strange Days), crear atracciones (T2 3-D: Battle Across Time), producir series de televisión (Dark Angel) y películas (Solaris, Sanctum), y auspiciar documentales en diversas tareas, tanto para salas Imax como para la pequeña pantalla (Expedition: Bismarck, Ghosts of the Abyss, Aliens of the Deep o The Lost Tomb of Jesus). ¡Oh! También se ha casado cinco veces, entre ellas con la directora de cine Kathryn Bigelow (Zero Dark Thirty), la actriz de la saga Terminator Linda Hamilton y la productora de Aliens, Gale Anne Hurd. Desde 2000 comparte su vida con la también actriz Suzy Amis, a la que dirigió en Titanic. Mañana Cameron estrena Cirque du Soleil Worlds Away, que ha producido, en la que se combinan diversos shows de Cirque du Soleil en Las Vegas —O, KÀ, Mystère, Viva Elvis, Criss Angel Believe, Zumanity y The Beatles Love—, bajo una aproximación visual que hace gala de un empleo único de las tres dimensiones. El filme, que ha sido dirigido por Andrew Adamson (Shrek, The Chronicles of Narnia: The Lion, the Witch and the Wardrobe), representa un intento más por parte de Cameron de convencer al mundo de su particular cruzada en favor de los avances tecnológicos en la proyección que, además de las 3D, también incluyen la exhibición de cintas en HRF, o 48 imágenes por segundo, el doble de lo habitual, que es como se proyecta en algunos locales The Hobbit, de su amigo Peter Jackson, y que es cómo aquel filmará las dos secuelas de Avatar que está preparando en estos momentos. James Cameron habló con La Vibra desde Nueva Zelanda, donde está escribiendo las continuaciones de su título más popular, y demostró que, a pesar de su (inmerecida) fama, es un excelente y afable conversador. Las Vegas lleva años tratando de ser Hollywood con sus shows y ahora estos shows se convierten en una película. ¿Qué es lo que el cine puede aprender de Vegas? Aunque Las Vegas tiene una cantidad increíble de shows de Cirque du Soleil, no creo que eso represente a Las Vegas, porque [ellos] tienen su propia cultura creativa. Mi primera experiencia con Cirque du Soleil fue con esos shows de gira que suelen llegar a Los Ángeles cada año. Vi varios antes de ver los de Las Vegas. Lo que hemos tratado de hacer con esta película es capturar lo que es mágico y maravilloso de Cirque du Soleil en Las Vegas, pero en el cine. Es verdad que ellos incorporan multimedia y proyecciones [y otras técnicas], como en Love o KA, pero eso no creo que trate de imitar al cine, sino de crear su propia estética, su propia forma de escenificar y crear entretenimiento. Y eso es único en el mundo. El desafío para nosotros fue cómo capturar lo que es impresionante [de sus shows] en el medio cinematográfico. Y por supuesto, las tres dimensiones son parte de eso, porque lo hace todo real y además envuelve [al espectador] en el show, de una forma que sería imposible hacer si se ve el espectáculo en vivo. Cirque du Soleil hacen shows en vivo y estos tienen ese elemento de peligro, con sus actores en trapecios y en situaciones peligrosas... Nosotros nunca hubiéramos sido capaces de recrear eso en el cine, pero lo que sí podemos hacer es poner [a la audiencia] junto con los actores, arriba y abajo, moviéndose con ellos y también viviéndolo de primera mano. Ha usado la palabra magia, que es un ingrediente indispensable en Cirque du Soleil. Exacto y ese fue nuestro objetivo, acercar [al público] a esa magia. Lo que puede convertirse en un arma de doble filo, porque, en cierta forma, se observa el efecto físico de los actores moviéndose y los cables soportándolos, al tiempo que se acerca a la experiencia de esa persona, donde todo tiene que ser perfecto. Es como ver a un bailarín de ballet de cerca, observando su suerpo atlético y cuanto cuesta crear ese gesto de elegancia. Mira, tuvimos una discusión acerca del maquillaje, porque este está diseñado para ser visto desde 40 o 50 pies de distancia. Y hubo dudas de si eso iba a funcionar con los planos cortos. Yo creo que funciona de maravilla, porque permite darte cuenta de la realidad, de cómo estos shows son ejecutados. Y, al mismo tiempo, uno también puede apreciar la imaginación que se empleó para crear estos personajes y la estética [del show]. Andrew Adamson es el director y usted es también un realizador con personalidad. ¿Cómo funcionó su relación? Cuando llegué al proyecto Cirque du Soleil ya había elegido a Andrew para el proyecto y él ya lo tenía todo estructurado. Mi socio y yo fuimos contactados para proveer las cámaras [tridimensionales: Cameron es propietario de un sistema de grabación en tal formato con sus propias cámaras]. Cuando empezamos a hablar acerca de cómo se podía hacer todo, de dónde se podían poner las cámaras, ellos me preguntaron si quería producir la película. Mi respuesta fue: "¡qué diablos! ¡Claro que sí!". Pero les dije que primero tenían que preguntarle a Andrew, a quien no conocía, si se iba a sentir cómodo conmigo, un productor que también es director en mis propias películas. Andrew y yo nos citamos y me aseguré que entendió que yo solo estaba allí para apoyar su visión y dejar claro que era su película, no la mía. Yo tuve claro que estaba allá para crear un gran efecto de 3D y ayudar a Andrew para ejecutar su visión. Cuando soy productor, soy muy humilde en mi tarea, y eso quiere decir que me aseguro que el director siempre es apoyado. Todo terminó siendo muy interesante porque acabé en el foro como operador de cámara, trabajando con las herramientas tridimensionales. Y al final Andrew acabó sintiéndose de lo más cómodo, porque terminamos colaborando como un equipo: el trabajó con los actores y los artistas, mientras yo lidiaba con los encargados de la iluminación. Eso es prueba que aprendió a confiar en mí muy rápido y que solo estaba allí para ayudarle a hacer una gran película. En muy poco tiempo el cine ha cambiado dramáticamente, con las 3D y las 48 imágenes por segundo. ¿Dónde terminará esta revolución? ¿Hay un final? No creo que haya un final. Constantemente tenemos que mejorar. El estado de la proyección, desde un punto de vista técnico, es genial... cuando los exhibidores lo hacen bien. No hay nada peor que ver una película en 3D con [la potencia] de las luces del proyector reducida, quedando todo apagado. Lo siguiente son las 48 imágenes, por supuesto, y siempre continuaremos mejorando el sonido, las cámaras... porque tenemos que hacer. Porque hay que hacer la asistencia a los cines algo especial, y los exhibidores lo saben, pero a veces apuestan por lo barato. Tenemos que mejorar la iluminación en algunas de las salas... Acabo de ver The Hobbit en 48 imágenes por segundo y con una proyección perfecta y es maravillosa, impresionante. Así es como la gente debería verlas [en todas partes]. Pero parte del secreto para que una película en 3D funcione es también contar con una buena historia... El problema es que los estudios se han dado cuenta que pueden hacer mucho dinero con las tres dimensiones y obligan a los directores a presentar sus películas en 3D incluso cuando no quieren. El director dice: "yo no voy a cambiar cómo hago mis películas. Si el estudio las quiere en 3D, yo las ruedo [en 2D] y el estudio puede cambiarla después [durante la postproducción]". Y eso ha creado una división: por un lado hay directores como Martin Scorsese [Hugo], Ridley Scott [Prometheus], Peter Jackson, Ange Lee [Life of Pi] o yo, que consideramos que las 3D es una nueva forma maravillosa de contar historias, de mostrar una nueva paleta de colores, un nuevo desafío creativo... Hay otros directores que no están tan seguros de sí mismos, que no conocen el medio, y prefieren convertir sus filmes en 3D después, no rodarlos en 3D.. Y lo que eso provoca es que hayan películas por parte de cineastas que adoran el formato y lo han incorporado en este arte, y luego hay películas por parte de directores pasivo-agresivos que no cambian nada, y creen que convertir su película en 3D después de rodarla es como transferirla a Imax. Y eso no es así. Y por eso tenemos tantas películas con un pésimo 3D. Yo ni lo llamo 3D: yo lo llamo 2.5D... porque no tiene la profundidas, los planos no están enmarcados [para el formato] y no es orgánico. Es simplemente otra forma de hacer pagar más por un boleto. Y eso no es lo correcto. [Con esa aproximación] van a matar a la gallina de los huevos de oro... Hablábamos antes de magia. Y usted en cada una de sus películas ha mostrado un nuevo truco de magia creativo. ¿Cuál es el siguiente truco que James Cameron el mago, no el cineasta, nos tiene reservado? [risas] ¡No te lo voy a decir! Es un secreto clasificado [risas]. No, entiendo perfectamente lo que me dices. Siempre tenemos que tratar de sacar un nuevo conejo del sombrero. Eso es realmente importante. Pero nada de eso sustituye la historia de una buena historia, de unos buenos personajes, de tratar de obtener una reacción emocional. El espectáculo, los fuegos artificiales son geniales. Me encantan. Pero ahora mismo estoy concentrado en escribir las dos próximas películas de Avatar y, sinceramente, me estoy concentrando en los personajes y la emoción. No estoy pensando en el aspecto visual. Eso vendrá después.


James Cameron, con la magia en sus manos
POR: Josep Parera / josep.parera@laopinion.com   12/19/2012  |  La Opinión
James Cameron produce el filme de Cirque du Soleil 'Worlds Away' mientras prepara 'Avatar 2 y 3'.
James Cameron habla de los avances tecnológicos en el cine y de sus proyectos.
James Cameron habla de los avances tecnológicos en el cine y de sus proyectos.
Foto: AP/Archivo

No necesita presentación. James Cameron, como Steven Spielberg, George Lucas o Ridley Scott, es un director más estrella que los actores que elige para protagonizar sus películas.
Y estas, por cierto, siempre han sido reconocidas no solo por su éxito popular, sino también por su notable eficacia visual y su revolucionaria apuesta por llevar mucho más allá los avances tecnológicos en efectos visuales y proyección cinematográfica.
Sus dos largometrajes más recientes, Titanic (1997) y Avatar (2009), son los dos más taquilleros de la historia del cine en todo el mundo, el primero con un total de $2,185 millones recaudados y el segundo gracias a la estratosférica cifra de $2,782 millones.
Antes, este canadiense de 58 años creó Terminator (y escribió y dirigió las dos primeras entregas, estrenadas en 1984 y 1991), repitió con Arnold Schwarzenegger en True Lies (1994), viajó a las profundidades marinas, antes de enfrentarse el hundimiento del Titánic, en The Abyss (1989) y se hizo cargo de la primera continuación de la saga Alien, en Aliens (1986)... todo ello sin contar con su debut tras las cámaras en la producción de (muy) bajo presupuesto y de la que siempre se ha desentendido hasta el extremo de retirar su nombre de los créditos, Piranha Part Two: The Spawning (1982).
En medio de todo ello, ha tenido tiempo para escribir guiones (Rambo: First Blood Part II, Strange Days), crear atracciones (T2 3-D: Battle Across Time), producir series de televisión (Dark Angel) y películas (Solaris, Sanctum), y auspiciar documentales en diversas tareas, tanto para salas Imax como para la pequeña pantalla (Expedition: Bismarck, Ghosts of the Abyss, Aliens of the Deep o The Lost Tomb of Jesus).
¡Oh! También se ha casado cinco veces, entre ellas con la directora de cine Kathryn Bigelow (Zero Dark Thirty), la actriz de la saga Terminator Linda Hamilton y la productora de Aliens, Gale Anne Hurd. Desde 2000 comparte su vida con la también actriz Suzy Amis, a la que dirigió en Titanic.
Mañana Cameron estrena Cirque du Soleil Worlds Away, que ha producido, en la que se combinan diversos shows de Cirque du Soleil en Las Vegas —O, KÀ, Mystère, Viva Elvis, Criss Angel Believe, Zumanity y The Beatles Love—, bajo una aproximación visual que hace gala de un empleo único de las tres dimensiones.
El filme, que ha sido dirigido por Andrew Adamson (Shrek, The Chronicles of Narnia: The Lion, the Witch and the Wardrobe), representa un intento más por parte de Cameron de convencer al mundo de su particular cruzada en favor de los avances tecnológicos en la proyección que, además de las 3D, también incluyen la exhibición de cintas en HRF, o 48 imágenes por segundo, el doble de lo habitual, que es como se proyecta en algunos locales The Hobbit, de su amigo Peter Jackson, y que es cómo aquel filmará las dos secuelas de Avatar que está preparando en estos momentos.
James Cameron habló con La Vibra desde Nueva Zelanda, donde está escribiendo las continuaciones de su título más popular, y demostró que, a pesar de su (inmerecida) fama, es un excelente y afable conversador.
Las Vegas lleva años tratando de ser Hollywood con sus shows y ahora estos shows se convierten en una película. ¿Qué es lo que el cine puede aprender de Vegas?
Aunque Las Vegas tiene una cantidad increíble de shows de Cirque du Soleil, no creo que eso represente a Las Vegas, porque [ellos] tienen su propia cultura creativa. Mi primera experiencia con Cirque du Soleil fue con esos shows de gira que suelen llegar a Los Ángeles cada año. Vi varios antes de ver los de Las Vegas. Lo que hemos tratado de hacer con esta película es capturar lo que es mágico y maravilloso de Cirque du Soleil en Las Vegas, pero en el cine. Es verdad que ellos incorporan multimedia y proyecciones [y otras técnicas], como en Love o KA, pero eso no creo que trate de imitar al cine, sino de crear su propia estética, su propia forma de escenificar y crear entretenimiento. Y eso es único en el mundo. El desafío para nosotros fue cómo capturar lo que es impresionante [de sus shows] en el medio cinematográfico. Y por supuesto, las tres dimensiones son parte de eso, porque lo hace todo real y además envuelve [al espectador] en el show, de una forma que sería imposible hacer si se ve el espectáculo en vivo. Cirque du Soleil hacen shows en vivo y estos tienen ese elemento de peligro, con sus actores en trapecios y en situaciones peligrosas... Nosotros nunca hubiéramos sido capaces de recrear eso en el cine, pero lo que sí podemos hacer es poner [a la audiencia] junto con los actores, arriba y abajo, moviéndose con ellos y también viviéndolo de primera mano.
Ha usado la palabra magia, que es un ingrediente indispensable en Cirque du Soleil.
Exacto y ese fue nuestro objetivo, acercar [al público] a esa magia. Lo que puede convertirse en un arma de doble filo, porque, en cierta forma, se observa el efecto físico de los actores moviéndose y los cables soportándolos, al tiempo que se acerca a la experiencia de esa persona, donde todo tiene que ser perfecto. Es como ver a un bailarín de ballet de cerca, observando su suerpo atlético y cuanto cuesta crear ese gesto de elegancia. Mira, tuvimos una discusión acerca del maquillaje, porque este está diseñado para ser visto desde 40 o 50 pies de distancia. Y hubo dudas de si eso iba a funcionar con los planos cortos. Yo creo que funciona de maravilla, porque permite darte cuenta de la realidad, de cómo estos shows son ejecutados. Y, al mismo tiempo, uno también puede apreciar la imaginación que se empleó para crear estos personajes y la estética [del show].
Andrew Adamson es el director y usted es también un realizador con personalidad. ¿Cómo funcionó su relación?
Cuando llegué al proyecto Cirque du Soleil ya había elegido a Andrew para el proyecto y él ya lo tenía todo estructurado. Mi socio y yo fuimos contactados para proveer las cámaras [tridimensionales: Cameron es propietario de un sistema de grabación en tal formato con sus propias cámaras]. Cuando empezamos a hablar acerca de cómo se podía hacer todo, de dónde se podían poner las cámaras, ellos me preguntaron si quería producir la película. Mi respuesta fue: "¡qué diablos! ¡Claro que sí!". Pero les dije que primero tenían que preguntarle a Andrew, a quien no conocía, si se iba a sentir cómodo conmigo, un productor que también es director en mis propias películas. Andrew y yo nos citamos y me aseguré que entendió que yo solo estaba allí para apoyar su visión y dejar claro que era su película, no la mía. Yo tuve claro que estaba allá para crear un gran efecto de 3D y ayudar a Andrew para ejecutar su visión. Cuando soy productor, soy muy humilde en mi tarea, y eso quiere decir que me aseguro que el director siempre es apoyado. Todo terminó siendo muy interesante porque acabé en el foro como operador de cámara, trabajando con las herramientas tridimensionales. Y al final Andrew acabó sintiéndose de lo más cómodo, porque terminamos colaborando como un equipo: el trabajó con los actores y los artistas, mientras yo lidiaba con los encargados de la iluminación. Eso es prueba que aprendió a confiar en mí muy rápido y que solo estaba allí para ayudarle a hacer una gran película.
En muy poco tiempo el cine ha cambiado dramáticamente, con las 3D y las 48 imágenes por segundo. ¿Dónde terminará esta revolución? ¿Hay un final?
No creo que haya un final. Constantemente tenemos que mejorar. El estado de la proyección, desde un punto de vista técnico, es genial... cuando los exhibidores lo hacen bien. No hay nada peor que ver una película en 3D con [la potencia] de las luces del proyector reducida, quedando todo apagado. Lo siguiente son las 48 imágenes, por supuesto, y siempre continuaremos mejorando el sonido, las cámaras... porque tenemos que hacer. Porque hay que hacer la asistencia a los cines algo especial, y los exhibidores lo saben, pero a veces apuestan por lo barato. Tenemos que mejorar la iluminación en algunas de las salas... Acabo de ver The Hobbit en 48 imágenes por segundo y con una proyección perfecta y es maravillosa, impresionante. Así es como la gente debería verlas [en todas partes].
Pero parte del secreto para que una película en 3D funcione es también contar con una buena historia...
El problema es que los estudios se han dado cuenta que pueden hacer mucho dinero con las tres dimensiones y obligan a los directores a presentar sus películas en 3D incluso cuando no quieren. El director dice: "yo no voy a cambiar cómo hago mis películas. Si el estudio las quiere en 3D, yo las ruedo [en 2D] y el estudio puede cambiarla después [durante la postproducción]". Y eso ha creado una división: por un lado hay directores como Martin Scorsese [Hugo], Ridley Scott [Prometheus], Peter Jackson, Ange Lee [Life of Pi] o yo, que consideramos que las 3D es una nueva forma maravillosa de contar historias, de mostrar una nueva paleta de colores, un nuevo desafío creativo... Hay otros directores que no están tan seguros de sí mismos, que no conocen el medio, y prefieren convertir sus filmes en 3D después, no rodarlos en 3D.. Y lo que eso provoca es que hayan películas por parte de cineastas que adoran el formato y lo han incorporado en este arte, y luego hay películas por parte de directores pasivo-agresivos que no cambian nada, y creen que convertir su película en 3D después de rodarla es como transferirla a Imax. Y eso no es así. Y por eso tenemos tantas películas con un pésimo 3D. Yo ni lo llamo 3D: yo lo llamo 2.5D... porque no tiene la profundidas, los planos no están enmarcados [para el formato] y no es orgánico. Es simplemente otra forma de hacer pagar más por un boleto. Y eso no es lo correcto. [Con esa aproximación] van a matar a la gallina de los huevos de oro...
Hablábamos antes de magia. Y usted en cada una de sus películas ha mostrado un nuevo truco de magia creativo. ¿Cuál es el siguiente truco que James Cameron el mago, no el cineasta, nos tiene reservado?
[risas] ¡No te lo voy a decir! Es un secreto clasificado [risas]. No, entiendo perfectamente lo que me dices. Siempre tenemos que tratar de sacar un nuevo conejo del sombrero. Eso es realmente importante. Pero nada de eso sustituye la historia de una buena historia, de unos buenos personajes, de tratar de obtener una reacción emocional. El espectáculo, los fuegos artificiales son geniales. Me encantan. Pero ahora mismo estoy concentrado en escribir las dos próximas películas de Avatar y, sinceramente, me estoy concentrando en los personajes y la emoción. No estoy pensando en el aspecto visual. Eso vendrá después.

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