The Hobbit

The Hobbit
‘The Hobbit’, se alarga demasiado 

William Kircher, Graham McTavish , Martin Freeman, James Nesbitt y John Callen en 'The Hobbit'. James Fisher / EFEPantalla Completa Compraranterior | próximaImagen 1 de 2Andy Serkis como el Gollum en 'The Hobbit'. Cortesía / Warner Bros.Pantalla Completa Compraranterior | próximaImagen 2 de 2Photos René Jordán
Crítico de cine/ El Nuevo Herald
René Jordán el Nuevo Herald
Peter Jackson quiso filmar The Hobbit desde que el libro de J.R.R. Tolkien se publicó en 1937, aun antes de preparar la trilogía de Lord of the Rings. Tal parece que el largo período de gestación explica por qué se hace tan larga y laboriosa, como si Jackson insistiera en incluir cada punto-y-coma.
Esta novela pudo concentrarse en dos horas de acción arremolinada, con buenos actores de carácter y graciosos efectos especiales, pero el director sepulta el argumento bajo la pesada lápida de un presupuesto multimillonario que se despalilló durante año y medio en Nueva Zelanda.
Es así que The Hobbit se extiende –o mejor, se arrastra– a través de agobiantes 170 minutos. El rescate del reino de Erebore tarda casi tres horas en planificarse y ejecutarse. Cuando pasan los créditos finales, uno recibe la noticia como un indulto a los fieles, porque algunos espectadores impacientes se rinden a destiempo.
El propósito de estirarlo todo se vuelve técnico cuando Jackson fotografía secuencias a 48 fotogramas por segundo, en vez de en los tradicionales 24. El director afirma que se gana precisión en la imagen, especialmente al principio en la cena donde a Bilbo Boggins le llega el triple de comensales no invitados. Francamente, yo no vi diferencia alguna en la pantalla y el cambio de sistema de proyección solo indica que estamos mirando el doble de la misma cosa.
Ian McKellen repite el rol del mago Gandalf y Martin Freeman se ocupa de Bilbo Boggins. Christopher Lee, Cate Blanchett y Hugo Weaving adornan la lista de créditos, pero solo salen tres minutos. Andy Serkis hace maravillas acrobáticas en su interludio del Gollum, pero llega tan tarde que quizás solo despertará a durmientes del público.
The Hobbit se proyecta en muy agresiva 3D. De la pantalla nos tiran piedras, lanzas, dragones, elfos y enanos. La ilusión visual incita a meterse debajo de la luneta o a abandonarla a la mitad, como los aburridos que se dan a la fuga en legión de rebeldes a Peter Jackson. • 
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