“Ustedes me obligaron”


EU. Los demócratas no creen que se endurezca el control de armas a pesar de la masacre
“Ustedes me obligaron”

Cho Seung-Huin, estudiante surcoreano, fue el autor de la matanza de la Universidad Politécnica de Virginia; escribió una nota contra la "degradación moral".
Estudiantes de la universidad se consuelan durante la ceremonia de ayer. Foto: Win McNahee/AP



18-Abril-07


Un estudiante sudcoreano de 23 años de edad, identificado como Cho Seung-Hui y descrito como un “solitario”, fue el causante de la matanza de la Universidad Politécnica de Virginia que dejó un saldo de 33 muertos y mantiene en estado crítico a tres estudiantes. Aunque oficialmente no se ha declarado un motivo para los asesinatos, una nota encontrada cerca de sus restos dio pistas. La nota alude a una amenaza de bomba a la misma escuela de ingeniería pero las autoridades creen que está conectada al tiroteo. El texto habla de la “degradación” moral, despotrica contra los “chicos ricos” del campus e incluye una frase lapidaria: “Ustedes me obligaron a hacer esto”, según los reportes.

Mientras tanto, cobra más fuerza la teoría sobre un drama pasional como desencadenante de la tragedia. Según dijo un estudiante de Taiwán en una entrevista con el canal taiwanés CTI, la matanza comenzó tras una pelea del asesino con su novia por una supuesta infidelidad. Cho mató a su pareja y a otro hombre que quiso mediar en la discusión. Unas dos horas más tarde se produjo otro tiroteo en el lado opuesto del campus de la Universidad Politécnica de Virginia, en el que murieron otras 30 personas.

El estudiante había mostrado recientemente signos de conducta errática y anormal, entre los que se cuentan encender fuego en un dormitorio y un supuesto acoso a algunas mujeres, según el periódico Chicago Tribune. Además, Cho podría haber ingerido en algún momento medicamentos contra la depresión.

La policía del campus universitario encontró dos revólveres, un Glock calibre .9 milímetros y una Walther P22 calibre .22 , una de las cuales fue usada en los dos tiroteos y comprada legalmente en una tienda local de revólveres, en un nuevo episodio letal que puso en el radar nacional la controversia sobre el control de las armas de fuego por la facilidad de adquirirlas en estados como Virginia.

Fuentes policiales dijeron ayer a The Washington Post que Cho murió con la leyenda en su cuerpo en letras rojas "Ismail Ax" (El Hacha de Ismael). De los quince heridos, doce siguen en el hospital en condición estable y tres estudiantes se encontraban ayer aún en condición crítica por lo que no se descartaba un aumento del saldo trágico de la peor masacre de su tipo en Estados Unidos. La mayor parte de los jóvenes atendidos en el hospital Montgomery mostraban por lo menos tres impactos de bala cada uno, según declaró uno de los cirujanos.

Cho cursaba la licenciatura en inglés, donde sus escritos ya habían sido descritos como “perturbadores” por su “violencia macabra”, al grado que prendieron focos rojos en la entonces jefa del Departamento de Inglés, Lucinda Roy, quien llevó el caso a instancias superiores y decidió trabajar con él personalmente un semestre, aconsejándole ayuda psicológica profesional, la cual buscó aparentemente sin éxito. “Era un solitario”, dijo sobre el estudiante Larry Hincker, portavoz de la universidad.

La tragedia movilizó a la clase política de Estados Unidos. “Este es un día de duelo para la comunidad de la Universidad Politécnica de Virginia y un día de tristeza para la nación en su conjunto”, expresó el presidente George W. Bush durante una ceremonia póstuma celebrada en el Coliseo de la institución. Virginia fue declarada en estado de emergencia y varias ciudades del país se declararon en duelo.

El gobernador de Virginia, Tim Kaine, anunció ayer una investigación profunda e independiente. La tragedia colocó en un primer plano de atención el tema de las armas de fuego. Pero aún los demócratas partidarios del control de las armas, externaron escepticismo de que la masacre de Virginia abra el camino a restricciones para un derecho de portación de armas garantizado por la Segunda Enmienda de la Constitución.

“Es una cosa regional, es una cosa cultural y es una cosa triste”, reconoció el presidente del Comité de Medios Charles Rangel. Aunque un 85 por ciento de la población apoya más controles de armas, la poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA) ha desplegado su músculo e influencia política para bloquear toda reforma.

“Muy tranquilo”

Según se informó, Cho Seung-Hui llegó a Estados Unidos en 1992 y contaba, como “residente a largo plazo”, con una “green card”, es decir, con permiso de residencia. Este estatus permite en el estado de Virginia comprar armas como cualquier ciudadano estadunidense.

Los padres de Cho viven en la ciudad de Centreville, cerca de la capital, Washington, a más de 700 kilómetros del lugar del hecho, y al parecer administran una tintorería. El canal CNN mostró imágenes de la casa prolijamente pintada de blanco de la familia.

“Él (Cho) era muy tranquilo, siempre se mantenía alejado de los demás”, dijo un vecino al Chicago Tribune. El cartero Rod Wells, que entrega el correo a la familia desde hace tiempo, describió a la madre y el padre como personas muy simpáticas y amables. “Ningún padre merece algo así”, dijo visiblemente conmocionado.

Tina Harrison estaba tomando una prueba en Norris Hall cuando comenzaron los tiros. “Escuchamos gritos horribles, gritos de agonía, y después una suerte de risa maníaca en los primeros minutos en los que fueron disparados los tiros”, contó al canal CNN.

Entre los muertos hay dos profesores, el israelí de 75 años Liviu Librescu, que enseñaba mecánica y aeronáutica, y el profesor de alemán Christopher “Jamie” Bishop.

El gobierno de Corea del Sur se mostró preocupado por los posibles efectos que podría tener sobre la comunidad coreana de Estados Unidos la masacre en la universidad.

Fuentes del Ministerio del Exterior libanés informaron ayer que había dos libaneses entre las 32 personas que murieron en la matanza.

En la masacre también murió el estudiante peruano Daniel Pérez Cueva, de 21 años, quien estudiaba Relaciones Internacionales desde hace un año.

Washington/Horacio Santini

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