nsectos para picar La FAO llama a extender una dieta que ya sigue un tercio de los habitantes ante el aumento de la población mundial. Comer escarabajos es sostenible, barato y nutritivo. Otros creen que el hambre se acabaría distribuyendo bien los alimentos EMILIO DE BENITO 14 MAY 2013 - 21:47 CET239 Archivado en: Vida y Artes FAO Hambre Insectos China Asia oriental ONU Animales Organizaciones internacionales Problemas sociales Asia Especies Relaciones exteriores Sociedad Medio ambiente La alta cocina no encuentra hueco para los insectos, es un bocado que los occidentales no acaban de tragar. / FRANÇOIS LENOIR Recomendar en Facebook1.564 Twittear229 Enviar a LinkedIn1 Enviar a TuentiEnviar a MenéameEnviar a Eskup Enviar Imprimir Guardar Un aperitivo de escamoles, pan de mopane y una parrillada mixta de picudo rojo y langostas. Podría ser el menú sugerido por la Agencia para la Alimentación y la Agricultura de la ONU (FAO) en su última propuesta para ayudar a combatir el hambre en el mundo. Pero salvo para los devotos de lo exótico, en España, por ejemplo, lo más probable es que tuviera poca aceptación. El jamón está muy bueno, y la idea de sustituirlo, si el hambre aprieta, por huevas de hormigas (el escamole, también llamado el caviar mexicano); pan de larvas de polillas (las del árbol del mopane surafricano) y gusanos de escarabajo y saltamontes (el picudo rojo no es un tipo de centollo, y nos referimos a langostas de las que saltan, no de las que nadan) no parece que vaya a ser muy exitosa. El patrón alimenticio de los países ricos no es exportable Sin embargo, el menú sugerido no es la extravagancia de un chef de la nueva cocina, aunque alguno ha coqueteado con el uso de insectos para la comida. Se trata de una opción más ante un problema inminente: “En 2050 habrá 2.000 millones de personas más en el mundo, y tendrán que comer lo mejor posible”, dice Eduardo Rojas, director forestal de la FAO. Tras explotar al máximo los actuales animales domésticos, llevar al borde de la extinción a la mayoría de los cuadrúpedos salvajes, sobrepescar los mares y amenazar con desertificar las selvas y otros espacios naturales, las algas y los insectos son de los últimos nichos por explorar. Y estos últimos son una fuente abundante, barata y segura de proteínas, grasas y nutrientes. Por ejemplo, un estudio de 2002 del entomólogo Marvis Harris calcula que 100 gramos de hamburguesa tienen menos de la mitad de calorías que la misma cantidad de termitas africanas, un 50% menos de proteínas y un tercio de grasas. “Y los insectos son, además, baratos y ecológicos”, añade Rojas. “Llevamos años estudiando el aprovechamiento no maderable de los bosques, y por eso creamos un grupo para estudiar otras opciones”, dice Rojas. En el fondo, no han hecho más que recoger lo que ya sucede “en el sureste asiático, en México y en las selvas del Congo”. En total, la FAO calcula que ya hay 2.000 millones de personas que comen insectos de una manera habitual —la mayoría por pura necesidad, eso sí—, y que hay más de 1.900 especies de insectos que se consumen.


nsectos para picar

La FAO llama a extender una dieta que ya sigue un tercio de los habitantes ante el aumento de la población mundial. Comer escarabajos es sostenible, barato y nutritivo. Otros creen que el hambre se acabaría distribuyendo bien los alimentos

La alta cocina no encuentra hueco para los insectos, es un bocado que los occidentales no acaban de tragar. / FRANÇOIS LENOIR
Un aperitivo de escamoles, pan de mopane y una parrillada mixta de picudo rojo y langostas. Podría ser el menú sugerido por la Agencia para la Alimentación y la Agricultura de la ONU (FAO) en su última propuesta para ayudar a combatir el hambre en el mundo. Pero salvo para los devotos de lo exótico, en España, por ejemplo, lo más probable es que tuviera poca aceptación. El jamón está muy bueno, y la idea de sustituirlo, si el hambre aprieta, por huevas de hormigas (el escamole, también llamado el caviar mexicano); pan de larvas de polillas (las del árbol del mopane surafricano) y gusanos de escarabajo y saltamontes (el picudo rojo no es un tipo de centollo, y nos referimos a langostas de las que saltan, no de las que nadan) no parece que vaya a ser muy exitosa.
El patrón alimenticio de los países ricos
no es exportable
Sin embargo, el menú sugerido no es la extravagancia de un chef de la nueva cocina, aunque alguno ha coqueteado con el uso de insectos para la comida. Se trata de una opción más ante un problema inminente: “En 2050 habrá 2.000 millones de personas más en el mundo, y tendrán que comer lo mejor posible”, dice Eduardo Rojas, director forestal de la FAO. Tras explotar al máximo los actuales animales domésticos, llevar al borde de la extinción a la mayoría de los cuadrúpedos salvajes, sobrepescar los mares y amenazar con desertificar las selvas y otros espacios naturales, las algas y los insectos son de los últimos nichos por explorar. Y estos últimos son una fuente abundante, barata y segura de proteínas, grasas y nutrientes. Por ejemplo, un estudio de 2002 del entomólogo Marvis Harris calcula que 100 gramos de hamburguesa tienen menos de la mitad de calorías que la misma cantidad de termitas africanas, un 50% menos de proteínas y un tercio de grasas. “Y los insectos son, además, baratos y ecológicos”, añade Rojas.
“Llevamos años estudiando el aprovechamiento no maderable de los bosques, y por eso creamos un grupo para estudiar otras opciones”, dice Rojas. En el fondo, no han hecho más que recoger lo que ya sucede “en el sureste asiático, en México y en las selvas del Congo”. En total, la FAO calcula que ya hay 2.000 millones de personas que comen insectos de una manera habitual —la mayoría por pura necesidad, eso sí—, y que hay más de 1.900 especies de insectos que se consumen.

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