BASURA ELECTRONICATE IMAGINAS EN BOLIVIA

La innovación tecnológica ha tenido en el último medio siglo un impulso sin precedentes. Esto ha posibilitado que tecnologías en principio caras, complejas y orientadas a un público determinado, sean hoy baratas, sencillas y fácilmente utilizables en la vida cotidiana.

Este constante desarrollo tecnológico sumado a la lógica del mercado, genera un permanente recambio de los artefactos eléctricos y electrónicos que se consumen de manera doméstica. Las nuevas funcionalidades y modelos de los aparatos; la mayor accesibilidad por la disminución de los costos y la oferta constante de “la novedad”, hacen que estos productos se tornen obsoletos con mayor rapidez.

Debido a esto, la otra cara de este “boom” de consumo masivo de aparatos eléctricos y electrónicos es la explosión en la generación de basura electrónica, la que contiene sustancias químicas tóxicas y metales pesados y, al mismo tiempo, materiales valiosos como oro, plata, platino o cobre.

En Argentina, se estima que cada habitante genera 2,5 kilogramos de basura electrónica por año.

El despegue de las ventas y del consumo de los electrónicos en Argentina se produjo luego de la crisis económica de 2001-2002: primero creció considerablemente el consumo de computadoras personales y luego, en 2004 se disparó la venta de teléfonos celulares.

En este contexto se espera que en 2011 se descarten más de 1 millón de computadoras. Por otro lado, según el informe de Greenpeace: “El lado tóxico de la telefonía móvil” se estima que este año 10 millones de celulares serán descartados. Más del 30% de estos aparatos terminará directamente en rellenos o basurales.

Los televisores son otros de los aparatos que están liderando las ventas y engrosando la fracción de basura electrónica en el país. Los factores que han contribuido a que esto ocurra han sido: en 2010, el mundial de fútbol de Sudáfrica y los planes de financiación de las cadenas comerciales de electrodomésticos, pero sin duda el gran impulso al recambio de aparatos estará dado por la irrupción de la televisión digital, generando una explosión de basura electrónica en un país que aún no cuenta con una infraestructura de recolección, reutilización y reciclado de esta clase de “residuos”.

La velocidad con la que esta montaña de productos electrónicos obsoletos está creciendo generará una crisis de enormes proporciones a menos que las corporaciones de la industria electrónica, que obtienen ganancias por fabricar y vender estos aparatos, asuman su responsabilidad.

Greenpeace impulsa una ley nacional de gestión de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos bajo la responsabilidad extendida del productor, que obliga a los fabricantes a hacerse cargo de los residuos de sus propios productos e impulsa un sistema de mejora en la fase de producción que elimina las sustancias tóxicas en los aparatos y una disminución en el consumo.

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