Creencia y entretenimiento
SEÑOR ADRIAN NOS VEMOS EN EL FACE
Opino que las personas deberían sentarse a pensar seria e intensivamente en lo que creen y cómo estas creencias influyen en las decisiones que toman en su vida y cómo afectan su comportamiento. Una gran mayoría cree en alguna religión sin estar plenamente enterados de los componentes que la conforman, como los elementos morales y los metafísicos, por ejemplo. La religión cristiana justifica los primeros a partir de los segundos, y eso es un problema, pues todo puede ser validado a partir de una creencia imposible de probar y que contiene elementos absolutos, o sea que estén fuera de todo razonamiento. Hay un consenso que tiende a excluir la posibilidad de un comportamiento moral apropiado sin revelaciones y mandatos divinos; esto, por supuesto que es falso y todos lo saben, pero prefieren vivir creyendo lo contrario, pues la gente no sigue la religión por las prohibiciones que impone, pues éstas, de alguna u otra manera, siempre van a violarse, si no por la creencia en un ser omnipotente y un sitio donde se garantiza la continuidad de la experiencia sensorial, por lo menos de la conciencia en la existencia de uno mismo. Creer en Dios procura temor y sumisión ulterior, y aceptar el mítico lugar donde vive –el cielo– tiende a calmar la angustia creada naturalmente por la muerte. Lo demás no importa: se puede creer en lo que sea, por más extraño que suene. Y dentro de este apartado, revisaba el otro día las creencias básicas de la Iglesia de la cienciología, y no pude mas que reír con las fantasías de ciencia-ficción creadas por el mitómano de L. Ronald Hubbard. Ahí comprendí la estrecha relación entre el entretenimiento y las religiones. ¡Qué tan delgada y frágil es la dimensión que separa el saber que algo es una mentira y el deseo tremendo de querer ser parte de ella! De desearlo tan intensamente como para sacrificar el razonamiento y sentido común, y convertirlo en una certeza. No me sorprende que dos de las estrellas más notables de Hollywood, Tom Cruise y John Travolta, sean ministros de esta tontería bizarra de la cienciología.
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