¿Genera adicción?


¿Genera adicción?


Mientras en países como China crecen los centros de rehabilitación para adictos a la web, cada vez son más los especialistas en todo el mundo que aseguran que tal patología no existe. Un debate que lleva años y tiene su propia historia

Todo comenzó en 1995, cuando a un psiquiatra de Nueva York llamado Ivan Goldberg se le ocurrió armar una broma para sus colegas. Había leído la cuarta edición del Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales o DSM, la biblia de la Psiquiatría moderna, y decidió inventar una enfermedad para que sus pares debatieran sobre ella.

Hablaba de ansiedad, necesidad de conectarse horas y horas, movimiento involuntario de los dedos para escribir e incluso animaba a crear un grupo de cíber adictos anónimos. Ivan Goldberg estaba tranquilo y orgulloso de su ocurrencia, pero a los pocos días de haber colgado esta “broma” en su web recibió cientos de mensajes de personas que decían sufrir ese problema que él describía. La adicción a internet. La idea se fue extendiendo y ese mismo año la psicóloga Kimberley Young, un referente en la materia, fundó el Centro para la Recuperación de la Adicción a internet. El término adicción a internet se fue popularizando y los medios de comunicación se hicieron eco como una verdadera bola de nieve.

Quince años después, la llamada adicción a internet sigue sin aparecer en los manuales de diagnóstico de desórdenes mentales. Es más: varios psiquiatras en todo el mundo aseguran directamente que se trata de un disparate. Y muchos ponen el ejemplo del periódico: puede haber gente que necesite todas las mañanas leer el diario, y que si no lo hace hasta sentirá que le falta algo, pero no por eso puede llegar a existir una adicción al periódico.

Uno de los primeros que alertó sobre esta broma fue el psiquiatra Facundo Fora, miembro de la clínica Teknon de Barcelona. Fue precisamente en un congreso sobre internet y nuevas tecnologías que se llevó a cabo en España, donde Fora abrió la polémica: “La adicción a internet actualmente es un mito”.

Según declaró, la gran mayoría de internautas que buscan ayuda médica en realidad son adictos al sexo o al juego (porque visitan casi exclusivamente sitios pornográficos o casinos online) y sufren problemas psicológicos que no son causados por internet, como fobia social o trastorno obsesivo compulsivo. La web sería, entonces, nada más que un vehículo. En otras palabras: si alguien es adicto al agua, no hay que echarle la culpa al vaso.
En la Argentina esa polémica ya desembarcó, y no fueron pocos los especialistas que se negaron a tratar este tema como si fuera una patología. Según muchos profesionales del medio local, no se puede hablar de adicción porque internet no es una sustancia como el alcohol, el tabaco o la cocaína.
Claro que no todos opinan lo mismo: desde el Plan Provincial de Adicciones de Mendoza, por caso, el psicólogo Miguel Conocente llegó a decir que la “ciberadicción” existe. “internet es totalmente adictiva. Traté a 9 personas que se pasaban no menos de 10 horas diarias conectadas. Constituían claramente casos de adicción.

No soportaban no estar conectados y cuando no lo estaban mostraban los síntomas de abstinencia de un adicto: sudoración en las manos, palpitaciones, irritabilidad y cero tolerancia a la frustración”.

No es el único que piensa en esta sintonía. Desde la dirección del posgrado en Adicciones de la Universidad del Salvador, de hecho, también se está de acuerdo con que, más allá de si existe como tipología, internet crea adicción. “Hay gente que tiene problemas en su vida y encuentra en internet un mundo de fantasía, un refugio fascinante que les permite huir de la realidad”, se apunta (Ver “La web crea...”) Laura Siri, por su parte, autora del libro “internet: búsquedas y buscadores”, está convencida de que la “ciberadicción” no es más que un mito: “Es algo que inventó algún psiquiatra que quería ganarse sus buenos dólares”. Cuando se ideó esta supuesta patología se decía que pasarse conectado más de 38 horas semanales debía considerarse como una conducta adictiva.

Enrique Carrier, director de la consultora Carrier y Asociados, supera por cuestiones de trabajo esa marca.

Pero está lejísimos de verse como un “ciberadicto”. “Es tan disparatado como decir que soy un adicto al escritorio porque me paso el día trabajando en el escritorio”.

Los síntomas que describía Goldberg en su broma despertaron sin embargo todo tipo de análisis: disminución generalizada de la
actividad física y de la sociabilidad, deseo permanente de estar frente a la computadora y cambios drásticos en los hábitos de vida. En nuestro país, como se dijo, la polémica hace tiempo que viene creciendo y aún no tuvo un corte definitivo. Según un estudio reciente de la consultora D’Alessio Irol, existen más de diez millones de usuarios de internet en Argentina. ¿Cuántos de ellos serían adictos?

No se sabe, pero existen números que orientan. Por ejemplo, un 25% de los internautas consultados afirmó que no podría estar más de un día desconectado, y un 13% dijo que lo toleraría solamente algunas horas. Además, hay dos millones de argentinos que usan internet más de seis horas diarias. ¿Son ellos verdaderos ciberadictos?

“De ninguna manera -opina María Inés Gil, psicóloga especializada en adicciones-. El término ‘adicción a internet’ fue originalmente una de esas bromas que terminan dando la vuelta al mundo varias veces por correo electrónico. En el mensaje se decía irónicamente haber descubierto un nuevo síndrome, el Síndrome de adicción a internet, y proponía crear nada menos que en la web el primer cibergrupo de ciberadictos anónimos. Algo así como la primera asociación de alcohólicos anónimos que se reúne tomando copas en un bar”.

Para la especialista, “hay muchas clínicas virtuales que hacen sus buenos negocios tratando este síndrome, pero no es una patología que figure en el DSM y los centros de rehabilitación de China o Japón son a mi criterio una cuestión puramente comercial.

Lo que sí hay, creo, es una utilización excesiva de internet, pero no adictiva. Una cosa es el exceso y otra muy distina la adicción”.

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